Amor, Apoyo Después de Ataques Verbales a Feligreses

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Padre Raúl Márquez nunca había visto algo igual. Ocho hombres caminaron hasta la puerta de la iglesia St. Peter en el sureste de Portland en Oregon el 29 de enero y comenzaron a gritar durante la Misa.

Iban vestidos de cazadores y durante la Misa comenzaron a acusar a los devotos de no ser verdaderos cristianos, cuestionaron la moralidad sexual de las mujeres y agitaron la congregación por estar compuesta de inmigrantes.

El grupo, que se autodenomina “predicadores callejeros”, ha estado montando contraprotestas en eventos, criticando al presidente Donald Trump, incluso una manifestación de fines de enero en el aeropuerto internacional de Portland.

La armonía que naturalmente se encuentra durante la Misa fue rota. La comunidad, ya está viviendo con miedo debido a las propuestas federales de las normas de inmigración, esta perturbada la comunidad.

“Todo ese domingo me sentí perturbado y no entendía”, dijo el padre Márquez, quien es originalmente de Colombia y ha sido párroco de St. Peter por cinco años. “¿Cómo podía estar alegre mientras escuchaba y recordaba el insulto verbal? Yo estaba buscando una respuesta”.

La lectura del Evangelio de ese día dice, en parte: “Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos y cuando se los calumnie en toda forma”.

El domingo siguiente, el 5 de febrero, llegó la respuesta a la pregunta del sacerdote cuando 300 personas llegaron a la iglesia para formar un escudo humano frente a St. Peter durante las Misas. Las noticias del ataque de la semana anterior habían salido en los medios sociales, atrayendo la multitud que se paró en silencio sosteniendo carteles para que los fieles participaran en paz.

“Yo no esperaba este derrame de amor por nosotros”, dijo Alberto González, originario de Oaxaca, México, que ha sido miembros de St. Peter por 18 años. “Este momento es muy difícil para nosotros y aquí estamos, rodeados del amor de toda la gente estadounidense, que vino a demostrar que están aquí, estamos aquí, somos una comunidad”.

Con lágrimas en sus ojos, González dijo que no se había sentido apoyado hasta ese momento. Al principio él pensaba que el grupo grande de gente que llegó, había llegado para lanzar más insultos, pero entonces vio que ellos estaban allí para proteger a sus hermanos y hermanas.

“Esto es solidaridad”, dijo González al Catholic Sentinel, periódico de la Arquidiócesis de Portland. “Esto es amor”.

Los feligreses recibieron una lección de dar una respuesta no violenta a lo que pasó. Una mesa con café y dulces fue colocada cerca de la puerta de la iglesia para los protectores que salieron a pesar de la lluvia fría.

Uniéndose al padre Márquez en señal de apoyo estuvieron padre Ron Millican, de la iglesia Our Lady of the Sorrows, y la reverenda Elizabeth Larson, de la iglesia luterana St. Mark.

“Quise venir aquí y abrazar a cada persona”, dijo la reverenda Larson.

Padre Millican dijo que invitó a sus feligreses a demostrar apoyo. “Tenemos que estar juntos”, él dijo. “Es muy triste que se requiera algo como esto para unirnos. Pero es hermoso, el derrame de apoyo a la dignidad de todos”.

Padre Márquez dijo que recibió cientos de mensajes de apoyo. El primero fue una carta del arzobispo Alexander K. Sample de Portland, quien le dijo a la gente de la parroquia St. Peter que estaba con ellos.

“Me entristeció más allá de palabras al enterarme de la terrible experiencia que muchos de ustedes encontraron mientras venían a la iglesia el fin de semana pasado”, dijo el arzobispo en su carta. “Es tan trágico que ustedes venían a celebrar el amor y la misericordia de Dios y sin embargo experimentaron crueldad y odio a manos de manifestantes severamente equivocados.

“Estoy especialmente molesto por enterarme del abuso verbal apilado sobre los miembros de nuestra comunidad hispana” y también que fue “dirigido contra las mujeres de nuestra comunidad”, él dijo, llamándolo un comportamiento despreciable. El arzobispo Sample también señaló que el mismo grupo se estaba enfocando en otras iglesias.

“Por favor estén seguros que yo, como su arzobispo y pastor, estoy firmemente con ustedes enfrentando tales palabras ignorantes y odiosas”, le dijo el arzobispo a los feligreses. “Ustedes son nuestros hermanos y hermanas y, como miembros de la misma familia de fe, tenemos que mantenernos agarrados firmemente a nuestra unidad en Cristo…Estén seguros de mi amor y oraciones por todos ustedes”.—CNS