Si Escuchas Su Voz

El Llamado Del Papa a La Paz

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En el año 2014 el mundo entero ha vivido momentos de conmoción por graves hechos de violencia, no obstante los constantes llamados a la paz, y respeto a los derechos fundamentales de la persona humana, hechos por el Santo Padre. El Papa se ha referido, de manera especial, a los conflictos bélicos focalizados en tres zonas de crisis: la medioriental, la iraquí y la ucraniana; lo cual no significa que se ignore otros lugares del mundo donde el odio y la violencia vienen generando muerte y desolación. El Papa, en ocasión de la Navidad (25 de diciembre de 2014), ha pedido también por la paz en Nigeria y en otras partes del continente africano, Libia, Sudán del Sur, República Centroafricana, y varias regiones de la República Democrática del Congo. La situación extendida de los conflictos bélicos pone en evidencia que, lamentablemente, los pueblos se siguen adiestrando para la guerra fraticida. El “Nunca más la guerra” reiterado por el Papa no es escuchado por los involucrados en los conflictos, por quienes tienen la capacidad y la obligación moral de parar la guerra y construir una convivencia fraterna duradera.

El Santo Padre, al concluir el rezo del Ángelus, el día domingo 13 de julio de 2014, en la Plaza de San Pedro, dirigió a todos “un firme llamado a continuar rezando con insistencia por la paz en Tierra Santa, a la luz de los trágicos eventos de los últimos días”; el Papa aludía a la muerte de más de 160 palestinos en la Franja de Gaza como resultado de los bombardeos ordenados por Israel: “Tengo vivo todavía en la memoria el recuerdo del encuentro del 8 de junio pasado con el Patriarca Bartolomé, el Presidente Peres y el Presidente Abbas, junto a los cuales hemos invocado el don de la paz y escuchado la llamada a romper la espiral del odio y de la violencia”. Dicho encuentro, decía el Papa, no puede haber sido en vano, como algunos podrían pensar, “…ya que la oración nos ayuda a no dejarnos vencer por el mal ni a resignarnos a que la violencia y el odio predominen sobre el diálogo y la reconciliación”. La espiral de violencia, muerte y destrucción, en medio oriente no tiene cuándo acabar. Es evidente que, siendo la oración algo tan fundamental, sin embargo por sí misma no basta para acabar con el conflicto, tampoco son suficientes las declaraciones de buenos propósitos de los líderes políticos; hace falta también, como señala el mismo Papa, tener el coraje de cumplir gestos concretos para construir la paz, decisiones más claras por parte de la comunidad internacional. El Santo Padre ha pedido al Señor que nos haga más disponibles “para escuchar el grito de nuestros ciudadanos que nos piden que transformemos nuestras armas en instrumentos de paz, nuestros miedos en confianza y nuestras tensiones en perdón.”

El 18 de julio de 2014 el Papa Francisco llamó al presidente israelí, Shimon Peres, y a su par palestino, Mahmud Abbas, para expresarles su profunda preocupación por la escalada de violencia en la franja de Gaza, reiterando su invocación en favor de la paz entre Israel y Palestina. El número de víctimas crecía, los refugiados se contaban por miles generando una gravísima situación de emergencia humanitaria en los desplazados por la guerra, todo esto ante la pasividad de la comunidad internacional. El llamado a la paz por parte del Santo Padre parece ser una voz que clama en el desierto de la indeferencia. No obstante eso, no podemos decir que sea una voz inútil, inoperante, sino todo lo contrario: ha calado en la conciencia de tanta gente que no está cerrada a la acción del Espíritu, ha movido a la solidaridad. La autoridad moral del Santo Padre no puede pasar desapercibida para muchos líderes políticos, sean éstos religiosos o no.

El 27 de julio de 2014, después del Angelus dominical, en ocasión de conmemorarse el centésimo aniversario del estallido de la primera guerra mundial (28 de julio de 1914), el Papa dijo: “Mañana será una jornada de luto en el recuerdo de este drama. Mientras recordamos este trágico acontecimiento, deseo que no se repitan los errores del pasado, sino que se tengan presentes las lecciones de la historia, haciendo prevalecer siempre las razones de la paz mediante un diálogo paciente y valeroso”. El Santo Padre hizo nuevamente un llamado a la paz en Gaza, Irak y Ucrania, exigiendo que cese la guerra y se detenga la muerte de tantos niños. He aquí el angustioso llamado del Santo Padre: “Hermanos y hermanas, ¡Jamás la guerra! ¡Jamás la guerra! Pienso sobre todo en los niños, a quienes se les quita la esperanza de una vida digna, de un futuro: niños muertos, niños heridos, niños mutilados, niños huérfanos, niños que tienen como juguetes residuos bélicos, niños que no saben sonreír. ¡Deteneos, por favor! Os lo pido con todo el corazón. ¡Es hora de detenerse! ¡Deteneos, por favor!” No podemos imaginarnos el inmenso dolor interior que experimenta el Santo Padre ante la insensatez de la guerra, unido a su fe y esperanza de que la violencia se detenga y la paz, finalmente, llegará. No podemos sucumbir a la tentación de creer que la paz es una mera utopía en el sentido de ser un “sueño irrealizable”, un “delirio de los creyentes”.

El cese de la guerra pasa, necesariamente, por reconocer al ‘otro’ no como un enemigo sino realmente como ‘hermano’, ‘prójimo’. Decir que el ‘otro’ es mi hermano, implica necesariamente reconocer que tenemos un padre común, sin esto resulta casi imposible desterrar la guerra. La humanidad, dice el Papa, “lleva inscrita en sí una vocación a la fraternidad, pero también la dramática posibilidad de su traición”, tal como se evidencia en el relato bíblico de la historia de Caín y Abel. En el fondo de tantas guerras e injusticias, señala el Papa, está el egoísmo cotidiano, “muchos hombres y mujeres mueren a manos de hermanos y hermanas que no saben reconocerse como tales, es decir, como seres hechos para la reciprocidad, para la comunión y para el don” (Mensaje para la XLVII Jornada Mundial de la Paz que se celebra el 1 de enero de 2014. Vaticano 8 de diciembre de 2013). Es fácil comprender, nos dice el Papa, que “la fraternidad es fundamento y camino para la paz”.  La paz exige necesariamente la búsqueda del bien común, la justicia y solidaridad.