Si Escuchas Su Voz

La Inclusion Social de Los Pobres

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El Papa Francisco ha vuelto a plantear a la Iglesia la centralidad de los pobres en la acción evangelizadora. La intención del Papa en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium es “proponer algunas líneas que puedan alentar y orientar en toda la Iglesia una nueva etapa evangelizadora, llena de fervor y dinamismo” (Evangelii Gaudium, 17). Una de esas líneas propuestas es, precisamente, “la inclusión social de los pobres”. No olvidemos que “la tarea evangelizadora implica y exige una promoción integral de cada ser humano” (Evangelii Gaudium 182). El Papa señala con claridad que “nadie puede sentirse exceptuado de la preocupación por los pobres y por la justicia social” (Evangelii Gaudium, 201). Según sus propias palabras, no pretende hacer de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium un documento social; pues, para reflexionar sobre los diversos temas sociales, nos recomienda el estudio del “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”.

El Papa cuestiona severamente los modelos económicos neoliberales que generan una mayor exclusión, por ello señala con firmeza: “No a una economía de la exclusión y la inequidad”, pues “esa economía mata”, “no puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad.” (Evangelii Gaudium, 53). El Papa, con voz profética, denuncia graves situaciones de injusticia, de marginación y exclusión que afecta a los más débiles, donde “se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar” (Ibid.,). Los excluidos – señala el Papa – son considerados como ‘desechos’, ‘sobrantes’. La inequidad—dice el Papa Francisco—es generadora de violencia, y “hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia” (Evangelii Gaudium, 59). El Papa plantea la necesidad de resolver urgentemente las causas estructurales de la pobreza; los planes asistenciales—nos dice— “sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras”, pues “mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales” (Evangelii Gaudium, 202).

En las expresiones del Papa, resuena lo que los obispos latinoamericanos (en la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano, en 1979) denunciaban: la situación de justicia institucionaliza. Los obispos en Puebla señalaban que la situación de pobreza en América Latina no era casual, “sino el producto de situaciones económicas, sociales y políticas, aunque haya también otras causas de miseria” (Documento de Puebla, 30); señalaban también la pérdida de la visión humanista, la imposición de una visión materialista, lo cual genera, a nivel internacional, “ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres” (Ibid.,). “La situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona e interpela” (Documento de Puebla, 31). En la actualidad, si bien es cierto que en estos países de América Latina ya no se puede hablar de una situación de “extrema pobreza generalizada”, pues ha habido, en la mayoría de ellos, un crecimiento económico notable; sin embargo, no se ha resuelto las graves inequidades. Desde los años 90 se han venido implementando en países latinoamericanos modelos económico de corte neoliberal, con algunos maquillajes. Los defensores de ese modelo económico siguen creyendo dogmáticamente que la pobreza se resuelve con mayores inversiones, pues generan mayores puestos de trabajo, se piensa que un mayor crecimiento económico permitirá el ‘chorreo’ para los más pobres.

El Papa Francisco cuestiona las llamadas teorías del ‘derrame’ (‘chorreo’), y las ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. “Algunos todavía defienden las teorías del derrame, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando” (Evangelii Gaudium, 54). El Papa exhorta a oponernos a la idolatría del dinero, nos hace ver la falta de humanismo subyacente en esos modelos económicos que promueven la cultura del bienestar. Esa “cultura del bienestar” (vinculada al consumismo) “nos anestesia”, nos hace indiferentes ante el dolor humano de los otros. El Papa condena también el “fetichismo del dinero” y la “dictadura de la economía sin rostro”.

La solidaridad es una exigencia ética inexcusable, más aún en quienes se proclaman cristianos. No se trata de “dar limosna” a los pobres, o dar de lo que nos sobra, sino de compartir los propios bienes para cerrar las brechas de la inequidad. El Papa Francisco cita a San Juan Crisóstomo, quien decía: No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos [De Lazaro Concio II, 6: PG 48, 992D] (Evangelii Gaudium, 59), invitando a los expertos financieros y gobernantes para que reflexionen sobre esas palabras.

La Iglesia, fiel al evangelio, tiene que escuchar el clamor de los pobres, “hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha” (Evangelii Gaudium 195). El Papa ratifica la opción preferencial por los pobres hecha por la Iglesia; nos dice expresamente: “quiero una Iglesia para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos” (Evangelii Gaudium 198). El Papa aclara que para la Iglesia, “la opción por los pobres es una categoría teológica antes que cultural, sociológica, política o filosófica” (Ibid.,). La opción preferencial por los pobres tiene su fundamento en la misma Escritura. Los pobres—nos dice el Papa Francisco—tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios. Él mismo “se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza” (2Cor 8, 9). Jesús proclamó que había sido enviado a “anunciar el evangelio a los pobres” (Lc 4, 18); declaró felices a los pobres “porque de ellos es el Reino de Dios” (Lc 6, 20). El mismo Señor se identificó con los pobres: “Tuve hambre y me diste de comer” (Mt 25, 35), “y enseñó que la misericordia hacia ellos es la llave del cielo” (Evangelii Gaudium, 197). Recogiendo la enseñanza del Papa Juan Pablo II (en la Encíclica Sollicitudo Rei Socialis), nos dice que “la Iglesia hizo una opción por los pobres entendida como una «forma especial de primacía en el ejercicio de la caridad cristiana, de la cual da testimonio toda la tradición de la Iglesia»” (Evangelii Gaudium, 198). Nuestro compromiso con los pobres—dice el Papa—“no consiste exclusivamente en acciones o en programas de promoción y asistencia”; los pobres necesitan de atención espiritual, “la opción preferencial por los pobres debe traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria” (Evangelii Gaudium, 200).