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La Oración Litúrgica

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En nuestro artículo anterior hablamos de la oración como testimonio de fe, esta vez destacamos la importancia de la oración litúrgica. Recordemos que, a luz del Concilio Vaticano II, la liturgia es concebida como el "ejercicio del sacerdocio de Jesucristo... Acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia" (SC, 7). Aunque, como dice el mismo Concilio, "La sagrada liturgia no agota toda la actividad de la Iglesia" (SC, 9); sin embargo, "la liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza" (SC, 10). Por otra parte, aunque "la participación en la sagrada liturgia no abarca toda la vida espiritual" (SC, 12), no por ello deja de ser esencial en la vida cristiana. El cristiano está llamado a una vida intensa de oración, personal y comunitaria. Es fundamental para el cristiano nutrir su oración personal con la oración litúrgica.

La oración litúrgica es la oración oficial y pública de la Iglesia, recogida en los numerosos textos litúrgicos, en las distintas celebraciones, en los sacramentos, particularmente en la celebración eucarística, "fuente y cumbre de la vida cristiana". El Año Litúrgico se constituye en un referente para ayudar a los cristianos en el camino de la oración. Al respecto señala el Catecismo: "La Tradición de la Iglesia propone a los fieles unos ritmos de oración destinados a alimentar la oración continua. Algunos son diarios: la oración de la mañana y la de la tarde, antes y después de comer, la Liturgia de las Horas. El domingo, centrado en la Eucaristía, se santifica principalmente por medio de la oración. El ciclo del año litúrgico y sus grandes fiestas son los ritmos fundamentales de la vida de oración de los cristianos" (n. 2698). La oración litúrgica es oración de todo el pueblo de Dios, con la que se expresa la Iglesia como sacramento de unidad; es ejercicio sacerdotal de Cristo en su Cuerpo Místico. La oración litúrgica tiene un poderoso poder de impetración pues ella es expresión no sólo de la voz de la Iglesia sino de la voz de Cristo, las súplicas se hacen "por nuestro Señor Jesucristo", por tal razón las plegarias poseen una singular eficacia (Cf., OGLH, 17).

Dentro de la Oración Litúrgica tiene un lugar especial el rezo del Oficio divino, tan recomendado por la Iglesia. El Oficio divino, nos dice el Concilio Vaticano II, es la voz de la Iglesia, o sea, "de todo el Cuerpo místico, que alaba públicamente a Dios..." (SC, 99), "es la oración de Cristo con su Cuerpo al Padre" (SC, 84). El rezo diario del Oficio divino, que resulta obligatorio para los clérigos, es también muy recomendable para todos los fieles laicos, por ser fuente de piedad. "El Oficio divino, en cuanto oración pública de la Iglesia, es además fuente de piedad y alimento de la oración personal." (SC, 90); en tal sentido, más que una obligación es una necesidad de índole espiritual para todos los fieles. El fin del Oficio divino es la santificación del día, de las horas y de la jornada (Cf., SC, 88). De este modo, "quienes participan en la Liturgia de las Horas pueden hallar una fuente abundantísima de santificación en la Palabra de Dios, que tiene aquí principal importancia. En efecto, tanto las lecturas como los salmos que se cantan en su presencia están tomados de la Sagrada Escritura, y las demás preces, oraciones e himnos están penetrados de su espíritu." (OGLH, 14).

El Catecismo destaca la importancia del Salterio. "Los Salmos (o 'alabanzas'), son la obra maestra de la oración en el Antiguo Testamento" (Catecismo, n. 2585). Rezar con los salmos es rezar con la misma palabra de Dios. "El Salterio es el libro en el que la Palabra de Dios se convierte en oración del hombre" (n. 2587). Los Salmos constituyen una fuente inagotable de oración, ellos no dejan de enseñarnos a orar. "Un salmo puede reflejar un acontecimiento pasado, pero es de una sobriedad tal que se puede rezar verdaderamente por los hombres de toda condición y de todo tiempo" (n. 2588). Jesús mismo oró con los salmos, haciendo una relectura de los mismos; lo primeros cristianos también dieron suma importancia a esa práctica. El Apóstol Pablo exhortaba a los Cristianos con estas palabras: "Reciten salmos, himnos y cánticos inspirados; cantan y salmodien en vuestro corazón al Señor" (Ef 5, 19; Col 3, 16). Los Salmos recogen experiencias profundas de vida en ese diálogo constante con Dios, son de una imponderable riqueza para cultivar la vida de oración.

El catecismo nos habla de los distintos tipos de oración (bendición, adoración, petición, intercesión, acción de gracias, alabanza, etc.,), destacando entre todas la Oración del Señor (Padre Nuestro), a la que considera, en palabras de Tertuliano, "resumen de todo el Evangelio" (n. 2761). "La Oración del Señor está arraigada esencialmente en la oración litúrgica...En todas las tradiciones litúrgicas, la Oración del Señor es parte integrante de las principales Horas del Oficio Divino" (n. 2768). Es sobre todo en la Eucaristía que la Oración del Señor cobra su pleno significado. "En la Liturgia eucarística, la Oración del Señor aparece como la oración de toda la Iglesia. Allí se revela su sentido pleno y su eficacia..." (n. 2770).

En la Eucaristía confluyen y se realizan los fines de la oración: latréutico (adoración), eucarístico (acción de gracias), deprecatorio (peticiones) y propiciatorio (por nuestros pecados). "La Eucaristía contiene y expresa todas las formas de oración: es la 'ofrenda pura' de todo el Cuerpo de Cristo 'a la gloria de su Nombre' (Cf. Ml 1, 11); es, según las tradiciones de Oriente y de Occidente, 'el sacrificio de alabanza'" (n. 2643). No hay mejor forma de honrar y alabar a Dios que ofreciendo el sacrificio eucarístico.

El lugar propio para la Oración Litúrgica de la comunidad parroquial es el templo (como casa de Dios) (Cf., n. 2691), lo cual no quiere decir que no se pueda realizar fuera de ese ámbito, pero siempre teniendo en cuenta que no resulta indiferente la elección de un lugar adecuado que favorezca el clima de oración de acuerdo a su naturaleza (oración personal, comunitaria). Si no se realiza en el templo, es conveniente hacer la Oración Litúrgica en un oratorio convenientemente dispuesto.