Misa de Altagracia Atrae a Muchos Fieles Dominicanos

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Miren a Nuestra Señora de la Altagracia en busca de inspiración, aconsejó el obispo de Barahona, República Dominicana, a los inmigrantes que se reunieron en la catedral de San Patricio para la misa anual en honor a la Santísima Virgen bajo el título de Altagracia.

“Altagracia es nuestra compañera en nuestros viajes. Ella ha estado con nosotros en los buenos y malos momentos a los cuales nos hemos enfrentado. Todos aquellos de ustedes quienes viajaron a este país son como María, quien a su vez tuvo que dejar su tierra natal para cumplir su destino”, dijo el obispo Andrés Napoleón Romero Cárdenas, quien fue celebrante principal y predicador en la liturgia del 17 de enero.

Nuestra Señora de la Altagracia es la patrona de la República Dominicana y entre los católicos ella es un signo venerado de esperanza para el país caribeño. Su fiesta es el 21 de enero.

El obispo Cárdenas, en su homilía, explico como las experiencias de los inmigrantes reflejan la vida de María. El sugirió que los estimados 1.000 dominicanos reunidos ese día en la catedral deberían emular la fe de la misma manera incondicional como lo hizo la Santísima Madre cuando ella aceptó la oferta de Dios para ser la madre de Jesús.

“Nuestra fe no será en vano y nuestra devoción inquebrantable conducirá a nuestra nación a mirar hacia el futuro”, dijo el obispo Cárdenas. “Las drogas y el crimen son una triste realidad en nuestro país pero igualmente lo es la fe en la Virgen de la Altagracia. Ella es el símbolo de amor, misericordia y comprensión. Tenemos que abrir nuestros corazones de esta manera. A través de su intercesión ella nos acerca a Jesús, y nuestras convicciones nos llevarán a convertirnos en un país próspero”.

“Los dominicanos”, declaró el obispo, “son personas de esperanza y fe. Nadie puede acabar con nuestra esperanza porque nosotros sabemos muy bien en quien es que hemos puesto nuestra fe”.

La República Dominicana es conocida por su belleza natural y es un destino turístico de primer nivel. Pero también es uno de los países más pobres del mundo, lo cual ha dado lugar a alta migración de su gente hacia el exterior en busca de una vida mejor.

Sención Bonilla es una de los muchos inmigrantes dominicanas que hicieron posible que se diese la misa por la tarde para Altagracia en la catedral. Miembro del comité de Altagracia de la parroquia de San Juan Crisóstomo en el Bronx, Bonilla entró como parte de la procesión de entrada llevando una bandera representando a los devotos seguidores de Altagracia de San Juan Crisóstomo.

“Es un honor estar en esta catedral”, dijo a CNY. “He sido parte de esto durante cinco años y no me trae más que alegría el poder representarla a ella y a todos a quienes como yo en mi parroquia creemos en ella. Yo le pido a la Virgen de la Altagracia que interceda en mis oraciones tanto por mi familia como para mi país. Yo pongo toda mi fe y confianza en ella”.

Muchas mujeres dominicanas crecen con una relación personal con la Santísima Madre tanto así que a muchas de ellas se les da el nombre de Altagracia al nacer.

Ginette Martínez, también miembro de San Juan Crisóstomo, dijo que su devoción podría remontarse a la infancia.

“Desde mis primeros años mientras crecía recuerdo cómo mi madre y mi padre me inculcaron el amor a la Virgen de la Altagracia”, dijo ella a CNY. “He estado en este país por 20 años y me alegro de haberme encontrado con otros dominicanos quienes ayudan a mantener la tradición de ser devotos a María muy viva en este país.”

Las cifras del censo más recientes indican que existes aproximadamente 700 mil dominicanos en los cinco buros que componen a la ciudad de Nueva York.

La fiesta de la Virgen de la Altagracia es un día de fiesta nacional en la República Dominicana. En un país de más de 10 millones de personas, el 95 por ciento se identifican como católicos.

Un incontable número de peregrinos visitan anualmente por un tiempo a la Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia en la ciudad de Higuey en Altagracia. Una devoción de los católicos a Nuestra Señora de la Altagracia que se puede remontar al siglo XVI.