Nueva Norma Para Que Sacerdotes Hablen un Segundo Idioma Comienza con Seminaristas Entrantes

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El cardenal Dolan ha puesto en marcha una norma que obliga a todos los sacerdotes ordenados en la arquidiócesis, a partir de este otoño con la clase entrante de seminaristas al seminario San José en Dunwoodie, para que tengan la capacidad de conversar en un segundo idioma distinto del inglés, en su mayor parte el español.

En esencia, se espera que los sacerdotes posean la capacidad de celebrar los sacramentos, una homilía sencilla y mantener una conversación básica en un idioma distinto al inglés. La mayoría recibirán entrenamiento en la lengua española; otros en criollo haitiano, mandarín, polaco y lenguaje de signos americano, además de otros idiomas según se vaya haciendo necesario.

El mandato se hizo en consulta con el seminario de San José, dijo el cardenal Dolan en la carta Pastores Dabo Vobis fechada el 17 de junio a los obispos auxiliares, sacerdotes y diáconos de la archidiócesis.

La necesidad es crítica de la arquidiócesis de que los sacerdotes hablen español viene de tiempo atrás, pero se ha hecho más evidente este año, dijo el cardenal.

“Todo sacerdote que yo ordene debe ser capaz de servir en cualquier parroquia que se le necesite. Hoy en día, eso significa tener un conocimiento –no necesariamente perfecto- del español. ¡Incluyéndome a mí!”

Algunos de los seminaristas cuya segunda lengua sea el inglés tendrán que trabajar en su inglés, dijo el cardenal, y puede ser el caso que algunos seminaristas tengan que aprender el lenguaje de señas americano, criollo haitiano o chino.

Dando énfasis a la importancia del requisito de un segundo idioma para los sacerdotes, monseñor Peter Vaccari, rector del seminario de San José, se refirió a los antecedentes del cardenal como historiador.

“Además de ser el párroco de una iglesia local aquí en la arquidiócesis de Nueva York y de toda el área metropolitana”, dijo monseñor Vaccari (refiriéndose al cardenal Dolan), “él es sin lugar a dudas alguien que aprecia el hecho de que la historia de la iglesia católica en los Estados Unidos en general, y en esta área en particular, es la historia de una Iglesia inmigrante. Él es muy muy consciente de eso”.

Esa ha sido la historia de la iglesia católica en los Estados Unidos desde los primeros días, dijo monseñor Vaccari. Ese patrón se vivió en el siglo IXX, agrego monseñor, a través de la afluencia de inmigrantes de Irlanda y tierras de habla germana. A finales de ese siglo llegaron nuevos grupos de inmigrantes del sur y sureste de Europa, entre ellos muchos italianos.

En años más recientes, inmigrantes católicos han llegado de Europa del Este y América Latina, América del Sur y el Caribe, agregó el rector. A finales del siglo XX y principios de este siglo, los países de la Unión Africana y de Asia también han estado bien representados entre los inmigrantes con lazos a la Iglesia, él dijo.

“Siempre ha habido la necesidad de atender y ayudar a los inmigrantes católicos en su propio idioma”, dijo monseñor Vaccari. “La Iglesia se ha construido a medida que los inmigrantes han hecho muchos sacrificios para la Iglesia misma. Esto ha sido siempre una constante”.

La primera prioridad es poder ser bilingüe en inglés y español, dijo monseñor Vaccari, mientras que un seminarista puede ser también designado para estudiar una segunda o tercera lengua adicional.

En cuanto a este tema, hay necesidad, dijo el rector, de sacerdotes que hablen polaco, criollo haitiano, mandarín y el lenguaje de señas americano.

El estudio de otro idioma no es un concepto nuevo en el seminario, dijo el rector, pero cada vez se formaliza más.

Los estudios comenzarán a un nivel universitario, continuaran en un programa de mantenimiento en San José, y a través de asignaciones pastorales que los futuros sacerdotes reciban, ya sea durante el año académico o en el verano. Cuando el programa académico concluya en mayo, los seminaristas podrán comenzar a trabajar en un encargo de tipo pastoral de 10 semanas en una parroquia.

Una vez un seminarista ha dominado los fundamentos de una segunda lengua, el rector y los profesores podrán recomendar al cardenal que se envié al seminarista a realizar estudios adicionales a través de otro programa, por ejemplo, en México. “No se trata únicamente de una inmersión lingüística; se trata de una inmersión cultural y lingüística”, dijo monseñor Vaccari, “justo en el país en donde se habla esa lengua”.

El rector dijo que confía en los seminaristas, y en su deseo de “querer hacer esto, porque quieren ser sacerdotes que van a servir a la Iglesia y la quieren servir bien”.