Dos Obispos Auxiliares Son Ordenados para Servir a la Arquidiócesis

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El cardenal Dolan sirvió como obispo principal ordenante y celebrante en la Misa de Ordenación de Obispos para el obispo Gerardo J. Colacicco y el obispo Edmund J. Whalen el 10 de diciembre en la Catedral de San Patricio.

Los principales obispos coordinadores fueron el arzobispo emérito de Hartford Henry J. Mansell y el obispo auxiliar emérito de Nueva York Gerald T. Walsh.

“Mi corazón se llena de amor y gratitud”, dijo el obispo Colacicco en sus comentarios. “Doy gracias a Dios por el regalo de la vida, el regalo de la fe...”

El obispo también agradeció a los aquellos reunidos para la misa de ordenación y les prometió “un recuerdo diario en mis agradecidas oraciones. Por favor recen por mí. Que Dios les bendiga y que Nuestra Señora y San José les mantengan cerca del Sagrado Corazón de Jesús”.

El obispo Colacicco, de 64 años, ha servido como párroco de la parroquia de San José-Inmaculada Concepción en Millbrook desde el 2015, en donde también fue administrador por un año antes de ser nombrado párroco.

Por otro lado, el obispo Whalen, de 61 años y quien ha servido como vicario para el clero desde enero, pronunció sus comentarios en varios idiomas: inglés, español, francés e italiano. El expresó su gratitud “a Dios todopoderoso que hizo de nosotros una familia de fe”.

El obispo Whalen también saludó a los jóvenes de la escuela secundaria Monseñor Farrell de Staten Island, donde él se desempeñó como director por nueve años, desde el 2010, y en donde también había sido miembro de la facultad, y adicionalmente es exalumno. Los presentes respondieron con un fuerte aplauso. “Gracias a los hombres de Farrell”, dijo el obispo.

Las cartas apostólicas llamando a los nuevos obispos al ministerio episcopal fueron leídas por el arzobispo Christophe Pierre, nuncio apostólico en los Estados Unidos. También fue el arzobispo Pierre quien anunció hace dos meses que ambos obispos habían sido nombrados por el papa Francisco el 10 de octubre para servir como obispos auxiliares de la arquidiócesis.

Los concelebrantes incluyeron al cardenal Philippe Ouédraogo, arzobispo de Uagadugú, Burkina Faso, además de numerosos otros arzobispos, obispos y sacerdotes, incluyendo a los obispos auxiliares de Nueva York Peter J. Byrne y John J. O’Hara, y los obispos auxiliares eméritos de Nueva York Josu Iriondo y Dominick J. Lagonegro.

El cardenal Dolan, en su homilía, dijo: “Gracias a Dios por nuestros dos nuevos obispos. Gracias a Dios por la compañía de todos ustedes esta tarde”, haciendo referencia a los congregantes en la abarrotada catedral.

“Gracias a Dios por estos acres de la viña del Señor a la cual nos referimos amorosamente como la Arquidiócesis de Nueva York. Gracias a Dios por su Hijo, Jesús, cuya venida esperamos este Adviento. Gracias a Dios por su amada Iglesia que es única, santa, católica y apostólica. Y gracias a Dios por su Santísima Madre, María”.

La ordenación cayó justo del día de la fiesta de Nuestra Señora de Loreto, la cual el papa Francisco agregó este año al calendario universal de la Iglesia.

“A ustedes, mis dos nuevos obispos hermanos, Gerardo y Edmund, les propongo que esta fiesta de Nuestra Señora de Loreto nos ofrezca consejos significativos sobre el Misterio de la Iglesia y sobre el oficio de ser obispo”, dijo el cardenal.

En el Rito de la Ordenación, se cantó en inglés el himno “Ven Espíritu Santo” durante la Invocación al Espíritu Santo. Luego, en la Promesa de los Elegidos, los obispos electos Colacicco y Whalen fueron presentados al cardenal Dolan para ser ordenados bajo la responsabilidad del episcopado. Después de la lectura de las cartas apostólicas del nuncio papal, el arzobispo Pierre, llamando a los obispos electos al ministerio episcopal, todos los presentes expresaron su asentimiento aplaudiendo.

Después de la homilía, durante la Promesa de los Elegidos, el cardenal pidió a los obispos electos que declararan su determinación a defender la fe y cumplir con sus deberes con fidelidad. En una parte particularmente conmovedora del rito, la Letanía de la Súplica, los obispos electos se postraron en el santuario mientras se cantaban los nombres de los santos de la Iglesia después de que el cardenal pidiera que la bondad de Dios Todopoderoso, proporcionando el bienestar del Iglesia, otorgara una abundancia de gracia para aquellos a quienes Él ha elegido como obispos.

En la imposición de manos y la oración de ordenación, el cardenal puso sus manos sobre la cabeza de cada uno de los obispos electos. Luego, uno tras otro, los obispos presentes hicieron los mismo, lo cual representa la unidad del Colegio Apostólico.

El cardenal Dolan recibió dos copias del Libro de los Evangelios los cuales se colocaron, abiertos, sobre la cabeza de cada uno de los nuevos obispos. Como sucesores de los apóstoles, ellos deben continuar la predicación apostólica de Jesús. Luego, con las manos extendidas, el cardenal Dolan rezó la oración de ordenación. Junto con la imposición de manos, esta oración oficializa la ordenación de los nuevos obispos.

Acto seguido fue la Unción de la Cabeza y la Transferencia del Libro de los Evangelios y la Insignia. El cardenal Dolan ungió las cabezas del obispo Colacicco y el obispo Whalen con un santo crisma, diciendo: “Que Dios, que te hizo partícipe del sumo sacerdocio de Cristo, derrame sobre ti el aceite de la unción mística y te haga fructífero en abundancia de bendiciones espirituales”.

Luego, el cardenal tomó el Libro de los Evangelios, lo presentó a cada uno de los obispos recién ordenados y les dijo: “Recibe el Evangelio y predica la Palabra de Dios con toda paciencia y buena enseñanza”.

Después, él les puso un anillo en el dedo de la mano derecha y le dijo a cada uno: “Recibe este anillo, sello de fidelidad, adornado con fe incontaminada, preserva intachable a la amada santa Iglesia de Dios”.

El cardenal Dolan colocó una mitra sobre la cabeza del obispo Colacicco y el obispo Whalen y dijo: “Reciban la mitra y que brille en ustedes el esplendor de la santidad, de modo que cuando aparezca el Pastor Jefe ustedes merezcan recibir de Él una corona inagotable de gloria”.

Finalmente, el cardenal le entregó un báculo pastoral o bastón a cada nuevo obispo y les dijo: “Reciban el báculo pastoral, signo de su oficio pastoral y vigilen todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les ha puesto como obispos para gobernar el Iglesia de Dios”.

El cardenal Dolan llevó al obispo Colacicco y al obispo Whalen a sus respectivos lugares en el santuario, el primero entre los obispos concelebrantes. Una vez ahí, ellos recibieron largos aplausos de todos los reunidos tanto en los bancos como en el santuario, mientras se notaban abrumados con humildad. Después de dejar a un lado sus báculos pastorales, los obispos recién ordenados recibieron un abrazo fraternal del cardenal y de todos los obispos presentes.

Luego, los obispos se unieron al cardenal para recibir las ofrendas de los fieles y concelebraron la Liturgia de la Eucaristía.

Después de que se distribuyera la Sagrada Comunión y se rezara la Oración Después de la Comunión, el cardenal Dolan le dijo al obispo Colacicco y al obispo Whalen: “Mis nuevos hermanos obispos, contemplen a su gente. Por favor salgan a verlos y denles su bendición”.

El obispo Colacicco y el obispo Whalen, después de tomar sus mitras y báculos, procedieron a través de la catedral, bendiciendo a todos los presentes, ante el placer de la congregación.

Los estudiantes de la escuela secundaria Monseñor Farrell, quienes habían brindado su entusiasta y enérgica presencia durante toda la liturgia, dejaron saber nuevamente a través de sus vítores que estaban orgullosos de su antiguo director, el obispo Whalen, quien levantó su báculo pastoral en reconocimiento a ellos, tal como lo había hecho antes con la carta apostólica cuando iba pasando por la nave de la catedral junto al obispo Colacicco después de recibirlas del nuncio papal.

A medida que se cantaba el himno de recesión en inglés, “O God Beyond All Praising”, se daban más vítores y aplausos a los nuevos obispos mientras salían del santuario a través de la nave de la catedral.

La música resplandeciente a lo largo de la liturgia incluyó el Coro de la Catedral de San Patricio, el New York Archdiocesan Festival Chorale, New York Tenors, violinistas, arpistas, y latón, trompeta, trombo, tuba y timbal sinfónico de Nueva York.

El nuevo año litúrgico de la Iglesia, iniciado en Adviento el 1 de diciembre, marcó un tono anticipatorio, desde el himno de entrada, “O Ven, O Ven, Emmanuel”, hasta el pesebre expuesto al frente de un altar lateral en el frente de la catedral.