El Papa: Corazones Cerrados No Pueden Sorprenderse por la Resurrección

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La fe cristiana es una gracia y la pueden percibir solamente los corazones de los que estén dispuestos a ser sorprendidos por la alegría de la Resurrección, según el Papa Francisco.

“Un corazón cerrado, un corazón racionalista” no puede entender el mensaje cristiano que tiene el amor de Dios en su centro, manifestado en la victoria de Cristo sobre la muerte, dijo el Papa durante su audiencia general semanal del 19 de abril.

“Qué bello es pensar que el cristianismo, esencialmente, es esto. No es tanto nuestra búsqueda en relación a Dios–una búsqueda, en verdad, casi incierta–sino mejor dicho la búsqueda de Dios en relación con nosotros”, subrayó.

El Papa, arropado con un abrigo blanco debido al clima inusualmente helado y ventoso, entró a una atestada Plaza de San Pedro en su papamóvil. Inmediatamente invitó a dos niñas y un niño, vestidos en sus sotanas de monaguillos, a subirse al vehículo y pasear con él por la plaza.

El papa Francisco también tomó un momento para saludar a una anciana que, llena de emoción, lloraba y extendía sus brazos para abrazar al Papa. Él se detuvo, abrazando amablemente a la mujer y acariciando suave su rostro antes de persignarla en la frente.

Continuando su serie de charlas sobre la esperanza, el Papa reflexionó sobre la Primera Carta de san Pablo a los Corintios, en la cual el apóstol enfatiza la Resurrección como “el corazón del mensaje cristiano”.

“El cristianismo nace de aquí. No es una ideología, no es un sistema filosófico, sino un camino de fe que parte de un advenimiento, testimoniado por los primeros discípulos de Jesús”, dijo el pontífice.

El resumen de san Pablo a los que presenciaron al Jesús resucitado, señaló, termina con describiéndose a sí mismo como el “menos digno de todos”, dado a su dramática historia como alguien que solía ser adversario de los primeros cristianos.

San Pablo “no era un monaguillo. Era un perseguidor de la Iglesia, orgulloso de sus propias convicciones”, comentó el Papa apartándose de su discurso programado. Pero “un día sucedió lo que era absolutamente imprevisible: el encuentro con Jesús resucitado en el camino a Damasco”.

Es la sorpresa de este encuentro, continuó el Papa, que todos los cristianos estamos llamados a experimentar,  “también si somos pecadores”.

—CNS