Obispo Salvadoreño Celebra Misa Anual por San Óscar Romero

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El Cuarto Domingo de Cuaresma, un obispo salvadoreño dijo a los fieles en la Catedral de San Patricio que su compatriota asesinado San Óscar Romero era un pastor quien ahora es “un gran santo que el Señor nos ha dado en nuestra tierra latinoamericana, en nuestra tierra salvadoreña”.

Las palabras fueron pronunciadas por el obispo Oswaldo Escobar Aguilar de Chalatenango, El Salvador, en la segunda misa arquidiocesana anual en honor al arzobispo Romero de San Salvador y los mártires de El Salvador.

“Romero se volvió cada vez más consciente de las injusticias, de la manipulación de los pobres”, dijo el obispo Escobar durante su homilía en la misa en español del 27 de marzo. “¿Qué fue lo que impactó a Romero? …fueron los pobres, los necesitados. Él se dio cuenta de que para los pobres no sólo era importante hablarles de Dios y de las cosas espirituales, sino que también era importante abogar por ellos. Romero defendió los derechos humanos de todos”.

El obispo destacó la importancia de que Romero “sea la voz de aquellos que no la tienen. Romero quería permanecer fiel al Evangelio y tenía un gran talento para la oratoria. Habitualmente pasaba la noche de los sábados en oración toda la noche, meditando ante el Señor lo que tenía que decir al día siguiente durante su homilía dominical. Yo era niño y recuerdo que sus misas dominicales junto con sus homilías eran los eventos más esperados en todo el país”.

El obispo Escobar agregó: “Los problemas en El Salvador siempre fueron grandes problemas; siempre se trató de un país muy polarizado. Los pobres y los campesinos no tenían tierra... Comenzó una ola de asesinatos; fue terrible. Había mucha opresión… Y por eso Romero se convirtió en la voz de aquellos sin voz… No era un activista social como muchos lo han querido ver. Él era un cristiano, un pastor”.

El obispo señaló que San Romero condenó la violencia de la política de la extrema derecha y la extrema izquierda.

El obispo también habló acerca de la niñez de Romero cuando ayudaba a su padre, un cartero, a entregar correo y telegramas, y de cómo luchó contra una enfermedad que finalmente pudo superar. También citó las actividades académicas y sacerdotales de Romero en Roma y ​​dijo que él y otros fueron detenidos durante varios meses en Cuba en 1944 cuando regresaba a El Salvador en un barco (las autoridades cubanas habían estado buscando partidarios de Mussolini).

Como estudiante, Romero tuvo problemas con las matemáticas, pero desarrolló grandes habilidades oratorias, señaló el obispo. Y después, a medida que aumentaron los deberes y cargos sacerdotales de Romero, él y otros fueron mal identificados y señalados como comunistas simplemente porque comenzaron a defender los derechos humanos y la justicia social.

“Que San Romero, por su intercesión, bendiga a todos y cada uno de ustedes y a sus familias, para que, en nuestro país, y en todo el mundo, como hoy nos enteramos de la guerra en Ucrania, reine la paz y la justicia, porque el proyecto de nuestro Dios es que nos amemos los unos a los otros; que todos nos veamos como hermanos y hermanas… Este es el sueño de Jesús y este es también el sueño del gran mártir y profeta San Óscar Arnulfo Romero”.

Los concelebrantes de la misa incluyeron al padre Enrique Salvo, rector de la catedral; al padre Lorenzo Ato, director de comunicaciones del Ministerio Hispano arquidiocesano; y a monseñor Brian McWeeney, director del Apostolado Étnico arquidiocesano. Daniel Erazo, cónsul general de El Salvador en Nueva York, dio un discurso final de agradecimiento diciendo: “Más que nunca tenemos que buscar la paz; tenemos que amarnos los unos a los otros”.

San Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba misa en la capilla de un hospital en su natal El Salvador. La Guerra Civil Salvadoreña comenzó en 1979 y terminó en 1992. La ONU reportó más de 75.000 muertos y un número desconocido de desaparecidos.

Los Mártires de El Salvador son los seis sacerdotes jesuitas, su ama de llaves y su hija quienes fueron martirizados en la Universidad de El Salvador en 1989; el beato padre Rutilio Grande, S.J., quien fue martirizado en 1977, y fue fuera amigo cercano de Romero; el beato padre Cosme Spessotto, O.F.M., quien fue asesinado en 1980; y las cuatro religiosas estadounidenses (dos monjas de Maryknoll, una monja Ursulina y una misionera laica), quienes fueron asesinadas en 1980.

Los seis sacerdotes jesuitas fueron el padre Ignacio Ellacuría, el padre Ignacio Martín-Baró, el padre Amando López Quintana, el padre Juan Ramón Moreno Pardo, el padre Joaquín López y López y el padre Segundo Montes Mozo. El ama de llaves era Elba Ramos, y su hija adolescente se llamaba Celina Ramos.

Las cuatro mujeres de la iglesia eran la hermana Maryknoll Maura Clark, la hermana Maryknoll Ita Ford, la hermana Ursulina Dorothy Kazel y la misionera laica Jean Donovan de la Diócesis de Cleveland.

El 24 de marzo, fecha del asesinato de San Romero, es el Día Mundial de la Verdad sobre las Violaciones de los Derechos Humanos, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2010 en reconocimiento al papel de monseñor Romero por la defensa de los derechos humanos.

Romero se desempeñó como arzobispo desde febrero de 1977 hasta su muerte. Fue beatificado en mayo de 2015 en San Salvador y canonizado en octubre de 2018 en Roma.