Patrona de Puerto Rico Honrada Como una ‘Madre Generosa

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El padre Roberto J. Pérez, O. Carm., celebrante este año de la misa de Nuestra Señora de la Divina Providencia en la catedral de San Patricio, dijo que el Señor nos dio a María “como una madre generosa que nos da, a través de su intercesión, regalos del cielo”.

“Hoy reafirmamos nuestra identidad como católicos, como hijos de María, hijos de Borinquen”, dijo el padre Pérez en su homilía.

“Que Dios nos dé la gracia necesaria para sellar con buena estampa nuestro compromiso con la Iglesia, como católicos puertorriqueños”.

El padre Pérez, de 71 años, es un sacerdote carmelita de la Provincia Norteamericana de San Elías en Middletown. El padre se desempeña como capellán en el hospital Montefiore en el Bronx, y vive en la casa cural de la parroquia de San Simon Stock en el Bronx. Es nacido en Manhattan de ascendencia puertorriqueña.

“Puerto Rico hoy todavía sufre los efectos de los huracanes del año pasado”, dijo el padre Pérez. “Desde Nueva York y muchos otros lugares, los puertorriqueños se han unido para levantar a Puerto Rico. Cada uno de nosotros debe asumir la responsabilidad de ayudar en este difícil momento histórico”.

La misa de la tarde se llevó a cabo el 18 de noviembre, un día antes de la verdadera fiesta de Nuestra Señora de la Divina Providencia, patrona de Puerto Rico. La liturgia anual, a la cual asistieron unas 1.200 personas, fue un momento especial para que la comunidad puertorriqueña de Nueva York honrara a la Madre María con un título que ha sido una fuente de consuelo y fortaleza espiritual para los puertorriqueños desde mediados del siglo XIX.

En su homilía, el padre Pérez, quien fue ordenado en el 2002, también habló acerca de haber estado de vacaciones en Praga años antes y de haber oído a los músicos tocando la popular y querida canción puertorriqueña “En mi viejo San Juan”. El padre Pérez destacó cómo la cultura puertorriqueña es bien conocida por su música, su hospitalidad, su sentido del humor y su fe.

Los concelebrantes de la misa incluyeron a monseñor Robert Ritchie, rector de la catedral; el padre Lorenzo Ato, director de comunicaciones hispanas de la Oficina Arquidiocesana del Ministerio Hispano; y el padre Eric Cruz, director regional para el Bronx de Caridades Católicas, quien también es de ascendencia puertorriqueña.

En palabras de agradecimiento al final de la misa, el padre Cruz exclamó en parte: “¡Que viva la Virgen de la Divina Providencia!” Y los fieles aplaudieron y gritaron “¡Que viva!”

Nelson Pérez y su esposa, Onfalia, feligreses de la parroquia de San Jerónimo en el Bronx, asistieron a la misa. Pérez nació en Puerto Rico y su esposa en la República Dominicana.

“Esta misa especial, la veo como una manera de traer más gente a la Iglesia, para que se acerquen más a Dios”, dijo Pérez en una entrevista con CNY después de la misa.

“Y trae a la gente más cerca de María, la Madre de Dios… Siempre debemos darle el honor que merece: Debemos ayudar a la gente a conocerla”.

La Sra. Pérez dijo que ella y su familia honran a María en todos sus títulos, incluyendo a Nuestra Señora de la Altagracia (República Dominicana), Nuestra Señora de Guadalupe y Nuestra Señora de Fátima. “No importa cuál sea el título, la honramos, honramos a nuestra santísima Madre María”, dijo la Sra. Pérez. “Esto nos ayuda a evangelizar nuestra fe, especialmente hoy con tantos problemas en el mundo. María puede interceder por nosotros ante el Señor, por la salvación del mundo”.

También estuvo participando Benny Caba, de 51 años, feligrés de la catedral que, como la Sra. Pérez, nació en la República Dominicana y quien destacó la importancia de honrar a María en todos sus títulos. “Esto siempre es importante; es nuestra fe. Soy católico de toda la vida”, dijo Caba.

La procesión de entrada incluyó una estatua de Nuestra Señora de la Divina Providencia, la cual se posó en los escalones del altar durante la liturgia. La estatua normalmente se conserva en la iglesia de San Lucas en el sur del Bronx.

La misa anual de Nuestra Señora de la Divina Providencia se celebró por primera vez en la catedral de San Patricio en 1981.